LA MUERTE DURANTE EL SIGLO XX
En este siglo se empiezan a guardar las formas respecto a la muerte, mediante la discreción en este tema para que los niños no se enteren… El luto empieza a desaparecer quedando el duelo solitario y vergonzoso. La prioridad es contribuir a la felicidad colectiva, cuyos orígenes se darían en la sociedad industrial del Norte de Europa, sobre todo en Inglaterra. Se pretende de este modo eliminar de forma radical la presencia del muerto mediante la incineración, no habiendo tumbas para visitar el cuerpo del fallecido.
Sin embargo, hay un gran esfuerzo por parte de las administraciones de cementerios, ya casi nadie visita las urnas de los incinerados. Por tanto, no habrá “recuerdo” a la muerte como antiguamente, convirtiéndose la muerte en un tema “tabú”.
Todo esto va a dar lugar a dos aspectos fundamentales: una “liberación” radical del muerto, y el fin de la peregrinación hacia las tumbas, es decir, el culto de los cementerios.
El acto de ver desaparecer al féretro durante la inhumación (en tierra o en nichos), es el momento más culminante de la práctica funeraria. A igual que tapar el nicho o echar tierra encima del féretro, produce en el hombre una motivación suficiente como para comprobar el hecho profundo de la muerte. Sin embargo, en la incineración esto no sucede.
El modo de que en un espacio corto de tiempo el féretro pase a cenizas contenido en una pequeña caja con los restos del difunto, y donde haya un descontrol por parte del familiar en el proceso mecánico de la cremación que hace perder de vista al difunto de forma radical, son hechos que sólo se entienden en la actualidad por el deseo de suprimir todo aquello que tenga que ver con la muerte.
Con respecto a los crematorios, éstos comenzaron a construirse a fines del siglo pasado y hoy en día, son una alternativa con respecto al cementerio tradicional debido a las demandas de la sociedad, produciéndose un cambio en el culto al hacia el muerto. Todos estos cambios son posibles gracias a una sociedad que cada vez es más profana, dominando lo mecanicista o lo práctico sobre lo espiritual.
No obstante, en la Europa católica y en la latina, se sigue practicando el culto a los muertos en las tumbas donde yacen. Esto se puede observar perfectamente en un día de fiesta o el día 1 de Noviembre (día de todos los Santos), donde se aprecia como cuidan el lugar donde yace el muerto y lo adornan con flores.
Pero en este proceso hay ciertas innovaciones que llegan de los EE.UU. que son los “funeral home”, mostrándose unos edificios concretos dedicado a ello. El “funeral home” es el lugar donde se vela al fallecido en un entorno específico para ello por un especialista, el “funeral director”, donde se embalsama y se intenta restablecer su apariencia de vida para ser visitado por última vez por sus familiares y amigos, todo ello, rodeado de música y flores. Apareciendo un lugar nuevo, edificado, para la despedida del difunto que no es ni la casa ni el hospital.
En las últimas décadas se están ampliando y construyendo la llamada “segunda generación” de los cementerios. Ya que los primeros que se erigieron a principios del XIX ya están obsoletos y pequeños, aparte del abandono del enterramiento en tierra y su reemplazo por el nicho, que no necesita de tanto terreno.
En la actualidad, la legislación sobre los cementerios en España obliga, entre otras cosas, a construir un crematorio para los municipios con una cifra superior de 500.000 habitantes. Además, ahora es el poder civil quien controla y puede conservar y mantener los nuevos cementerios.
Los nuevos cementerios que hay hoy en día, más conocidos por su arquitectura, responden a las demandas sociales que tienen más bien un carácter simbólico y funcional.
REFERENCIAS
http://acceda.ulpgc.es/handle/10553/1893
http://www.villardecanas.es/historia/cementerios.pdf
Sin embargo, hay un gran esfuerzo por parte de las administraciones de cementerios, ya casi nadie visita las urnas de los incinerados. Por tanto, no habrá “recuerdo” a la muerte como antiguamente, convirtiéndose la muerte en un tema “tabú”.
Todo esto va a dar lugar a dos aspectos fundamentales: una “liberación” radical del muerto, y el fin de la peregrinación hacia las tumbas, es decir, el culto de los cementerios.
El acto de ver desaparecer al féretro durante la inhumación (en tierra o en nichos), es el momento más culminante de la práctica funeraria. A igual que tapar el nicho o echar tierra encima del féretro, produce en el hombre una motivación suficiente como para comprobar el hecho profundo de la muerte. Sin embargo, en la incineración esto no sucede.
El modo de que en un espacio corto de tiempo el féretro pase a cenizas contenido en una pequeña caja con los restos del difunto, y donde haya un descontrol por parte del familiar en el proceso mecánico de la cremación que hace perder de vista al difunto de forma radical, son hechos que sólo se entienden en la actualidad por el deseo de suprimir todo aquello que tenga que ver con la muerte.
Con respecto a los crematorios, éstos comenzaron a construirse a fines del siglo pasado y hoy en día, son una alternativa con respecto al cementerio tradicional debido a las demandas de la sociedad, produciéndose un cambio en el culto al hacia el muerto. Todos estos cambios son posibles gracias a una sociedad que cada vez es más profana, dominando lo mecanicista o lo práctico sobre lo espiritual.
No obstante, en la Europa católica y en la latina, se sigue practicando el culto a los muertos en las tumbas donde yacen. Esto se puede observar perfectamente en un día de fiesta o el día 1 de Noviembre (día de todos los Santos), donde se aprecia como cuidan el lugar donde yace el muerto y lo adornan con flores.
Pero en este proceso hay ciertas innovaciones que llegan de los EE.UU. que son los “funeral home”, mostrándose unos edificios concretos dedicado a ello. El “funeral home” es el lugar donde se vela al fallecido en un entorno específico para ello por un especialista, el “funeral director”, donde se embalsama y se intenta restablecer su apariencia de vida para ser visitado por última vez por sus familiares y amigos, todo ello, rodeado de música y flores. Apareciendo un lugar nuevo, edificado, para la despedida del difunto que no es ni la casa ni el hospital.
En las últimas décadas se están ampliando y construyendo la llamada “segunda generación” de los cementerios. Ya que los primeros que se erigieron a principios del XIX ya están obsoletos y pequeños, aparte del abandono del enterramiento en tierra y su reemplazo por el nicho, que no necesita de tanto terreno.
En la actualidad, la legislación sobre los cementerios en España obliga, entre otras cosas, a construir un crematorio para los municipios con una cifra superior de 500.000 habitantes. Además, ahora es el poder civil quien controla y puede conservar y mantener los nuevos cementerios.
Los nuevos cementerios que hay hoy en día, más conocidos por su arquitectura, responden a las demandas sociales que tienen más bien un carácter simbólico y funcional.
REFERENCIAS
http://acceda.ulpgc.es/handle/10553/1893
http://www.villardecanas.es/historia/cementerios.pdf